sábado, 27 de mayo de 2017

Un poema de Mónica Gameros.

TODAVÍA.



Todavía recuerdo el día en que celoso 

me tumbaste sobre la yerba,
jalaste mi cabello, apretaste mi garganta. 
Eras tormenta, furia
y lo único que se te ocurrió
fue penetrarme y declararme tierra colonizada.
Todavía recuerdo ese día… 
Me levanté en silencio,
me quité la yerba de encima.
Te di la espalda y caminé sin llorar.

miércoles, 25 de enero de 2017

Un poema de Jaime Sabines

Casida de la tentadora.



 
Todos te desean pero ninguno te ama.
Nadie puede quererte, serpiente,
porque no tienes amor,
porque estás seca como la paja seca
y no das fruto.
Tienes el alma como la piel de los viejos.
Resígnate. No puedes hacer más
sino encender las manos de los hombres
y seducirlos con las promesas de tu cuerpo.
Alégrate. En esa profesión del deseo
nadie como tú para simular inocencia
y para hechizar con tus ojos inmensos

Un poema de María Clara González

Desamor.




Las razones 
que tuve para amarte
se borraron anoche
en la tormenta

Quedé limpia

Tu olor a huésped
voluptuoso en mis entrañas
se enredó con la lluvia
y se marchó.

Una pintura de Carola Kastman



Su liga: http://carolakastman.blogspot.mx/

Un poema de Rosario Castellanos

Poesía no eres tú.
Porque si tú existieras 
tendría que existir yo también. Y eso es mentira. 

Nada hay más que nosotros: la pareja, 
los sexos conciliados en un hijo, 
las dos cabezas juntas, pero no contemplándose 
(para no convertir a nadie en un espejo) 
sino mirando frente a sí, hacia el otro. 

El otro: mediador, juez, equilibrio 
entre opuestos, testigo, 
nudo en el que se anuda lo que se había roto. 

El otro, la mudez que pide voz 
al que tiene la voz 
y reclama el oído del que escucha. 

El otro. Con el otro 
la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan.

martes, 24 de enero de 2017

Un poema de Juan Gelman

Oración.
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.

domingo, 8 de enero de 2017

Un poema de Roberto Bolaños.

LOS PERROS ROMÁNTICOS.




En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.