Laberito Centrífugo.

El tiempo nos consume, nos va quitando partes que se almacenan en la memoria, ahí encuentran consuelo y libertad para estar. No importa que tanto extendamos las alas para mostrar nuestra existencia, reposamos al paso del tiempo sólo para desaparecer con él.

El tiempo es la primera de veinticuatro esculturas bellamente elaboradas en bronce que Jorge Marín presenta en la Galería de Arte del Complejo Cultural. “El cuerpo cómo paisaje” se le ha titulado y cumple con el objetivo mostrar la perfección del movimiento, de la tensión, de la fuerza del cuerpo humano, que en armonía nos presentan ese paisaje corpóreo de elevaciones musculares y corrientes venosas.
Ocho de estas esculturas presentan movimiento circulatorio donde presenta la gracia del equilibrio, de la seguridad de la armonia. Siete están custodiadas por paredes de cristal, quizá con la intención de retenerlas y evitar su huida. Cuatros son de tamaño natural y son la representación fiel de los paisajes que el cuerpo y sobre todo el tiempo hacen (y deshacen) a su paso incasable; parecieran reales, pues no portan alas, ni antifaces, estáticos observan cómo les contemplas y te cuentan su historia, no con palabras, sino con la geografía física de sus cuerpo. Al final del recorrido te despide Abraxas para decirte que tu viaje por estos paisajes no ha sido malo ni bueno, que no comprometas tu interior, finalmente él te da la garantía de salir en libertad. Abraxas es neutralidad y el tiempo le da la razón.

Jorge Marín nació en Uruapan, Michoacán. Estudio Diseño y Restauración de Viene Muebles. Comenzó trabajando cerámica pero está le ofrecía ciertas limitantes y en el Bronce encontró el mejor aliado para darle vida a todo su universo. Su obra se caracteriza en el uso de alas, máscaras, balsas, caballos, centauros, garudas, niños, madonas, victorias, acróbatas, la esfera, la flecha y la balanza son elementos primordiales, a su juego poético de equilibrio y magia.

El Cuerpo como paisaje estará en exhibición hasta el 14 de agosto.